El primero, y gracias a la serena, encomiada y tesonera actitud, tras cabildeos e incertidumbres, el comodoro FAA (R ) Juan Brückner, fue convocado de la Escuela Naval, por el director de ese instituto, contralmirante Basso, para informar que aquella lancha del buque, que resistió tormentas, golpes, olas y afines, y ahora sufre la indiferencia. Pues por ello es donada al Círculo, en malas condiciones. El primer paso está, veamos los que siguen. “Jamás vacilar”, solía decir un general argentino. Van fotos añejas, quien tenga las más actuales, que nos la hagan llegar o dupliquen. Juan Brückner será el piloto, guía y práctico de la maniobra, con ayudantes tallados en bronce como Mario, Hernán, Cristian, Luisito, etc.
La lancha, aún exhibida, con deterioros, en el Museo Naval de Tigre, antes de ser cremada.
La embarcación, arrumbada en cercanías del Astillero de Río Santiago
El segundo suceso, muy simple, apareció en la escena un tal Miguel Meyer, de Salta que compró tres libros (Tras le estela…, Rostros… y Fuga) y que posee buenos conocimientos de la guerra. Me contó, a quien abajo firma, buenas anécdotas sobre todo de Santa Fe donde el padre de Meyer jugaba al fútbol con los marineros. Otro relato ilustrativo: un marinero internado en Santa Fe (menciona en Guadalupe) escuchaba radio Berlín, todas las noches y usaba como antena el alambrado y como aisladores, cerámica local, que tomaba "en préstamo"
Historias coloridas, a las que hay que sumar.
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